sábado, 25 de abril de 2009

Los tacos no se llevan con los caballeros

Todas las noches y antes de acostarme preparo la ropa que usaré al día siguiente. Y cuando llega la hora de escoger los zapatos me detengo y pienso: “podré viajar sentada mañana”.

Si la respuesta es no, modifico toda la mudada para combinarla con zapatos bajos, por general deportivos o elijo las botas de gamuza sin taco. Pero hay días en que la vanidad puede más y me arriesgo a utilizar unos con taco alto.

¿Sabe usted cuánto sufre una mujer que camina largas distancias con tacos aguja y encima va parada en el bus? Pues mucho. Y a muchas a veces no nos importa.

En mi caso, después de salir de mi casa, mi caminata en tacos altos dura 10 minutos. Las calles de adoquín y las veredas empinadas son una trampa permanente. De hecho, pienso que esta ciudad no es apta para las transeúntes con tacos. Éstos se meten en los huecos de las calles, se ensucian cuando se atraviesa el césped y es difícil correr con ellos.


Y eso solo hasta llegar al bus. Una vez que subes a uno te encuentras con la mala noticia de que no hay asientos. Y si hay algo que desea una mujer en ese momento con todas sus fuerzas no es un mejor sueldo, ni un viaje por Europa, ni un novio. Es solo un asiento.

Entonces comienza la cacería: todas sin importar los zapatos que estemos usando vigilamos a los sentados. Un sonido de monedas, alguien que se pone el bolso al hombro o ve por la ventana como adivinando su parada, son las señales más claras de que esa persona pronto se bajará del bus.

La afortunada será quien más cerca está al asiento. O la que cruza el brazo de tal manera que cierra el paso a todo pasajero menos al que se va a bajar, con el fin de asegurarse el preciado tesoro.

Sin embargo, la mayoría de veces los que se bajan son los parados. Y cuando vuelves a dar un vistazo, los asientos siguen ocupados… ocupados por hombres.

Desde que tengo uso de razón, recuerdo esta regla: los caballeros deben ceder el asiento a las damas. Quizá por ello me indigno cada vez que subo a un bus y veo hombres, la mayoría jóvenes, sentados y absortos en la música de su iPod.

En el trole siempre cuento cuántos hombres y cuántas mujeres van sentados. Hoy, por ejemplo, de los 12 lugares que están cerca de la segunda puerta, 8 están ocupados por hombres.

Por suerte, en este tipo de transporte los asientos son más fáciles de conseguir. Mi estrategia es siempre ubicarme cerca de los asientos de la segunda puerta. No se por qué pero son los que más pronto se desocupan.


Cómoda y con los pies aliviados por un momento, empiezo a maquillarme. Pero puede suceder que una mujer embarazada o con niños en brazos se sube al trole. El chofer suele pedir por el parlante: “un caballero por favor que ceda el asiento a la señora con el niño”. Alguien con mala gana se levanta y la mujer puede sentarse.

Sin ese llamado de atención, ¿alguien sería capaz de dejar su asiento? Pero cuando la indiferencia de los hombres es irritante, me levanto y cedo –con los pies medio adoloridos- mi asiento.

En realidad lo hago porque cuando esté en esa situación no me gustaría viajar parada. Mi madre siempre recuerda que en una ocasión tuvo que viajar embaraza de seis meses, con mi hermano de 2 años y parada en un bus repleto de gente indiferente. ¡Qué indignante!


¿Existen los caballeros? O ¿solo es un mito urbano que un grupo de damas se inventó en alguna época? Y si los hay, ¿en qué medio de transporte viajan? Por lo menos en Quito, no es usual encontrase con uno.

¡Un momento! Una vez conocí a uno. Fue cuando de regreso a mi casa me subí a un bus con un terrible malestar estomacal. A penas entré al vehículo, empalidecí y tuve nauseas. Sin darme cuenta me paré junto a un chico que al verme descompuesta me cedió el asiento. Le estoy muy agradecida.

11 comentarios:

aleja dijo...

Estoy de acuerdo que en general la gente no cede los asientos en los buses. Casi todos se hacen los locos cuando sube una mujer embarazada o con un guagua. Pero no estoy de acuerdo con que los hombres jóvenes tengan que ceder el asiento a las mujeres jóvenes. Creo que estamos en las mismas condiciones físicas para aguantar. Obvio no uses tacos, por amor propio. ALguien decía que definitivamente las mujeres eran tontas pues bastaba ver los zapatos que usaban. Si un día te dolió el estómago y alguien te cedió el asiento pues bien, cuando tu veas a un hombre que parece que está mal haz lo mismo. No por el género alguien tiene más derecho de un asiento que otra persona. Y las mujeres jóvenes tenemos la misma obligación que cualquier hombre joven de ceder el asiento, así estemos con tacos. Hay veces que las mujeres mismas fomentamos el machismo.

Maite Oz dijo...

que lindo este blog. lo descubri de casualidad, pero lo disfrute mucho. saludos desbe bs as

Unknown dijo...

por que no le haces como mi esposa... o los tiene en la oficina... o los lleva en un fundota... asi no "sufre"

Anónimo dijo...

Hola, es verdad que coger el autobus puede ser toda una odisea,pero no estoy de acuerdo con que los hombres por el hecho de serlo ,tengan la obligación de ceder un asiento, tanto hombres como mujeres al finalizar nuestra jornada de trabajo,terminamos cansados y queremos tener un trayecto lo mas comodo posible, tanto hombres como mujeres en primer lugar somos personas con las mismas necesidades,derechos y obligaciones.
Un saludo.

Anouka dijo...

...me ha parecido un artículo interesante, refleja la realidad que vivimos las mujeres, sin embargo al leer el título me imaginé que te referías a los tacos mexicanos, pues sino más recuerdo las mujeres no llevamos tacos como comúnmente se dice aquí en Ecuador, las mujeres utilizamos "tacones", esto para poder diferenciar...

Darwin dijo...

Complétamente de acuerdo con aleja. No se debe fomentar ni el machismo, ni el feminismo, y a veces sin querer nosotros así lo hacemos. Todos estamos en igualdad de condiciones de poder ceder un asiento y me da muchísima pena que hasta el día de hoy la gente de mi país(soy ecuatoriano) no haya aprendido esto que en otros países es algo tan normal. Yo por ejemplo vivo en Madrid, desde hace muchos años y aquí la gente es más educada en ese aspecto.

Excelente blog, hoy lo encontré por casualidad, y me parece genial todo lo que aquí cuentas, por favor, sigue contándonos más historias interesantes.

Saludos desde Madrid.

Darwin

Anónimo dijo...

pues sí, ni los tacos se llevan bien con los caballeros, ni el transporte de pasajeros con cualquier carga adicional que te ves obligada u obligado a llevar. También es cierto que no existe la obligación por parte de los hombres -de cualquier edad- de ceder el asiento a las mujeres -en cualquier situación- pero a veces -la mayoría de veces- es una cuestión de solidaridad y de humanidad. Una mujer embarazada de siete meses viaja de pie mientras un caballero -que sí consiguió asiento- mira distraídamente por la ventana para no mirar a la mujer. Claro, llegó antes, logró sentarse, irá cansado... la pregunta aquí es ¿quién puede soportar mejor el viaje? Es gracioso que se le exija a un niño de ocho años, que ceda su asiento a una mujer de treinta en buenas condiciones. La prioridad la tienen los niños. También está la vivísima que carga al niño de seis años con cara de cédame el asiento y en cuanto se lo dan, ella se sienta y el guagua va paradito junto a ella. Hay casos y casos. pero, en general, cuando los caballeros que pagan su pasaje y van muy bien sentados miran _o no miran- a la señora con niño o a la embarazada o a la viejita, casi siempre hay una mujer que sí se levanta, que sí cede su asiento porque eventualmente una carga en brazos a sus hijos o sobrinos o lleva un vientre abultado o sencillamente no puede con sus huesos. No creo que sólo sea una cuestión de género, sino de solidaridad.

JDávila dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
JDávila dijo...

Estoy muy de acuerdo con El PRIMER comentario (Aleja), en lo personal cedo el asiento A QUIEN LO NECESITE independientemente del genero, edad, etc..

A veces es molesto mirar como algun joven de colegio esta muy comodo en su asiento cuando cerca de el esta una mujer embarazado con un niño en brazos, algunos entienden con una mirada pero otros ni porque se les pide de favor ceden el asiento.

SeñoritaCrisMa dijo...

me ha pasado mucho..
por suerte uso con mucha frecuencia por ahora zapatos bajos..
eso y la buena voluntad hace que pueda ser cortés y quedar como toda una dama =)
llegué acá por el #ff
saludos
un gusto

Unknown dijo...

Buenos dias.
Mi nombre es Daniel Cuartas, oriundo de la ciudad de Cali Colombia, con 12 años de recidencia en Quito, de los cuales, 7 he viajado en bus.
Simepre es indignante ver cuan reacia es la gente en esta ciudad (Tanto damas como caballeros) para ceder un asiento en las unidades de transporte público.
Siempre he tenido la convicción de expresar mi solidaridad a través de esta pequeña muestra pero, con el transcurso de los años se ha convertido en la tarea mas tediosa del día (Incluso mas que lavar los platos). Siempre, todos los días me he visto en la obligación de ceder mi asiento, incluso ,más de una ves, incluso lesionado por la malintencionada patada del domingo por parte de un contrario en las ligas barriales de fútbol.
Tantas veces he tenido que ceder el asiento que se ha convertido en una real molestia para mi y, mi convicción, se ha convertido en desagrado. A veces voy pensando "seré bueno o será que soy cojudo?". Contados son los que se paran a ceder el asiento...
A tal punto ha llegado esta situación que me he visto en la obligación de ELEGIR A QUIEN DAR MI PUESTO, pues si lo doy a la primera necesitada (o necesitado, por qué no) la próxima victima del colapsado transporte urbano no tendrá un benefactor que le ayude y me arrepentiré de haberle dado el asiento a la anterior. Ahora sólo cedo el asiento a las embarazadas, ancianas o discapacitados, nadie mas... Me siento mal por aceptarlo,. pero en parte, este mal de la perdida de la solidaridad (porque no tiene nada que ver la caballerocidad) se me ha ido contagiado sustancialmente en estos años. Afortunadamente ya no tendré que lidiar mas con mi conciencia, ahora lidio con pitos y malhumorados pues he cambiado el transhemisfericos por una moto